Gracias por doler

Todos morimos y el duelo duele, quema. Punto. Ponemos todo en un olvido voluntario. Lo dejamos guardado en un cajón y creemos olvidar que con eso, también lanzamos los post-its llenos de alegrías, el polvo acumulado de las lagrimas, las fotos que no se imprimieron ni se hicieron y el cuaderno en blanco con lo que quedó pendiente por decirse.

¿Cuándo es que vivimos el duelo para que nos dañe menos? Que a eso también le tememos: sabernos vulnerables, sinceros, asumiendo que también somos una mezcla de lo que pasó y lo que viene, que ni lo conocemos ni lo podemos evitar.

Vivimos -y percibimos- el duelo de diferentes maneras y todas son validas. Sin embargo, buscamos acompañarnos entre dolidos, nos abrazamos sin juicios y queremos que el tránsito (por las cinco fases del duelo) sea ligero y sin apuros.

Este trabajo es sobre hacer las paces con los días tristes recordando a alguien que ya no está, sobre sanar por dentro aceptando el duelo sin que importe el tiempo transcurrido, sobre no olvidar lo vivido.

Mi experiencia o la tuya no tiene que ser un modelo, ni la regla, no es perfecta. Estando en paz contigo mismo también ayuda a estar en paz con quienes tenemos a nuestro alrededor, en sus días más alegres y en lo que no lo son.

Este soy yo y puede ser cualquiera. Acompañándonos, añorando, sonriendo también en los días grises.

Esta obra es el resultado del Laboratorio de Proyectos EFA 2020 (Escuela EFAContigo www.efacontigo.com) y es parte de la Exposición Colectiva In Pro_cessus (Buenos Aires. Diciembre, 2021).

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